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Tomada de la Red Google |
Un joven poeta, desconocido en
el ambiente artístico nacional, pero afamado en su comarca y admirado por su
gente. Cada tarde acudía a la plaza central con sus libros de poesía bajo el
brazo, entre los que se contaban; Pablo Neruda, Garcilaso de la Vega, Rubén
Darío, Juana Inés de la Cruz, Martin Fierro, Gabriela Mistral por nombrar
algunos; entre la inmensa gama de excelsos poetas y poetizas del extraordinario
mundo de las letras.
Severino
era el nombre del feo más hermoso del pueblo, pues en cada recitar arrancaba
suspiros, sutiles lágrimas o sonrisas, según fuere la poesía
escogida para el día; desde la más chiquilla hasta la ancianita, todos
disfrutaban de los románticos poemas colmados de melodía, en cada
pronunciamiento de aquellos hermosos versos, despertaban sentimientos en quien
los recibía.
Al caer la tarde las luces de la plaza
se encendían, acudían decenas de personas con sus banquillos, deseosos de
disfrutar otra noche de poesía de la boca de Severino Urquiola, que declamaba
con pasión discreta, arrebatando sentimientos a todos aquel que sus oídos
aspiraban colosales versos de los poetas más grandes de la historia.
Mientras
recitaban metáforas y sinalefas, los enamorados se abrazaban intercambiando
tiernos besos, los amigos de estrechaban como tributo a la sinceridad y la
lealtad que los unía, las solteras se entregaban a la sublime imaginación,
deseando vivir un tórrido romance como los descritos en aquellas hermosas
poesías.
Severino
complacía todos los gustos de su público, sobre todo el de su hermosa musa la
niña consentida Estelita, la flor más codiciada de la comarca, por su
singular belleza y sublime sonrisa.
¡¡¡Quien podría saber que pasaba en
el corazón de la jovencita!!!
Ella
se había enamorado de su delgaducho poeta, mientras el mundo lo veía feo, para
ella era Severino era el más hermoso del pueblo, pues de tan
solo escucharlo la encerraba en mundo de sueños, en el cual ella se echaba en
aquellos huesudos brazos, disfrutaba de la voz varonil que recitaba la belleza
del romanticismo y el ímpetu de los poemas
más perfectos, quedando atrapada
hasta lo más interno de una entusiasmado y tierno pecho.
Estelita la niña más
tierna y dulce de la comarca era su fiel asistente, verso tras verso, poema
tras poema; ella suspiraba hasta los tuétanos, mientras sostenía sus delicadas
manos contra su pecho para contener la emoción enclaustrada entre sus
cuerpos.
Severino animado siempre cerraba sus
recitales con hermosas poesías de su propia inspiración, dedicada a su musa la
bella Estelita, pero nadie sabía de los sentimientos de aquel jovenzuelo al
sentirse indigno de ella, deseaban cambiar su aspecto para no ser tan feo,
desconociendo que ante los ojos de la joven era el hombre
más bello; pues, con la declamación de sus
poemas había enamorado a la chica
más exuberante del pueblo.
Una noche sin pronunciar
palabra alguna tras terminar la poesía, con timidez se acercó a ella, regalando una poesía
titulada “A ti mi Musa y mi Princesa” Ella le dio un beso en los delgados
labio, ese fue el día más feliz de feo más hermoso del pueblo, que gracias a
su arte poético obtuvo el cariño bonito y sincero de la musa de sus sueños.
A partir de ese momento, no paró de enamorarla con la poesía, creada por sus
huesudas manos, aferrándose a la sublime pluma que lo lleno de felicidad hasta
el fin de su días.
Sublime y Dócil Dennoe Han.
Historias, cuentos, poemas, relatos y más...
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